¿No
tratan de Dios—me replicó—los filósofos en todos sus discursos y no versan sus
disputas sobre su unicidad y providencia? ¿Y no es objeto de la filosofía
investigar acerca de Dios?, Ciertamente, le dije, y ésa es también mi opinión;
pero la mayoría de los filósofos ni se plantean siquiera el problema de si hay
un solo Dios o muchos, ni si tiene o no providencia de cada uno de nosotros,
pues opinan que semejante conocimiento no contribuye para nada a nuestra
felicidad. (Justino explica cómo fue pasando por diversas escuelas filosóficas
en busca de la sabiduría, pero ninguna le satisfizo). (Justino Mártir 160 d.C.)
Luego,
¿eres amigo de la idea y no de la acción y de la verdad? ¿Cómo no tratas de ser
más bien un hombre práctico y no sofista? (Justino Mártir 160 d.C.)
Existieron
hace mucho tiempo, me contestó el viejo, unos hombres más antiguos que todos
éstos tenidos por filósofos; hombres bienaventurados, justos y amigos de Dios,
que hablaron por inspiración divina; y divinamente inspirados predijeron el
porvenir, lo que justamente se está cumpliendo ahora: son los llamados
profetas.
Éstos
son los que vieron y anunciaron la verdad a los hombres, sin temer ni adular a
nadie, sin dejarse vencer de la vanagloria; sino, que llenos del Espíritu
Santo, sólo dijeron lo que vieron y oyeron. Sus escritos se conservan todavía y
quien los lea y les preste fe, puede sacar el más grande provecho en las
cuestiones de los principios y fin de las cosas y, en general, sobre aquello
que un filósofo debe saber. (Justino Mártir 160 d.C.)
Sin
embargo, inmediatamente sentí que se encendía un fuego en mi alma y se
apoderaba de mí el amor a los profetas y a aquellos hombres que son amigos de
Cristo y, reflexionando sobre los razonamientos del anciano, hallé que ésta
sola es la filosofía segura y provechosa.
De
este modo, y por estos motivos, yo soy filósofo, y quisiera que todos los
hombres, poniendo el mismo fervor que yo, siguieran las doctrinas del Salvador.
(Justino Mártir 160 d.C.)
Cuando
hablo de filosofía, no me refiero a la estoica, o a la platónica, o a la de
Epicuro o a la de Aristóteles, sino que me refiero a todo lo que cada una de
estas escuelas ha dicho rectamente enseñando la justicia con actitud científica
y religiosa. Este conjunto ecléctico es lo que yo llamo filosofía... (Clemente
de Alejandría 195 d.C.)
La
gente común, como los niños que temen al coco, teme a la filosofía griega por
miedo de ser extraviado por ella. Sin embargo, si la fe que tienen—ya que no me
atrevo a llamarla conocimiento— es tal que puede perderse con argumentos, que
se pierda, pues con esto sólo ya confiesan que no tienen la verdad. Porque la verdad
es invencible: las falsas opiniones son las que se pierden... (Clemente de
Alejandría 195 d.C.)
Y
aun es posible que la filosofía fuera dada directamente (por Dios) a los
griegos antes de que el Señor los llamase: porque era un pedagogo para conducir
a los griegos a Cristo, como la ley lo fue para los hebreos (Gálatas 3:24). La
filosofía es una preparación que pone en camino al hombre que ha de recibir la
perfección por medio de Cristo... No hay nada de extraño en el hecho de que la
filosofía sea un don de la divina Providencia, como propedéutica para la
perfección que se alcanza por Cristo, con tal que no se avergüence de la
sabiduría bárbara, de la que la filosofía ha de aprender a avanzar hacia la
verdad... Aunque la filosofía griega no llega a alcanzar la verdad en su
totalidad, y, además, no tiene en sí fuerza para cumplir el mandamiento del
Señor, sin embargo, prepara al menos el camino para aquella enseñanza que es
verdaderamente real en el mejor sentido de la palabra, pues hace al hombre
capaz de dominarse, moldea su carácter y lo predispone para la aceptación de la
verdad… (Clemente de Alejandría 195 d.C.)
A
esto replicarán: ¿El filósofo puede hurtar la verdad a los cristianos? ¿Por
ventura el cristiano es más antiguo que todos los filósofos? Si no me engaño,
la verdad que el cristiano enseña precede a todas… ¿Quién de los poetas, quién
de los sofistas dejó de beber algo de la fuente pura de los profetas? (Tertuliano
197 d.C.)
Los
filósofos paganos no han dejado ningún precepto sobre la virtud de la
humanidad. Animados de una especie de falsa virtud, excluyeron del ser humano
la misericordia, con lo que aumentaron la miseria del hombre que pretendían
sanar… (Lactancio 304-313 d.C.)
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