viernes, 29 de enero de 2016

Satanás


Porque cuando se congregan con frecuencia, los poderes de Satanás son abatidos; y sus asechanzas acaban en nada frente a la concordia de su fe. No hay nada mejor que la paz, en la cual toda lucha entre las cosas del cielo y las de la tierra queda abolida. (Ignacio - 50-100)  

Pero no temas al diablo; pues si temes al Señor, te enseñorearás del diablo, porque no hay poder en él. [Porque] de aquel en quien no hay poder, tampoco hay temor; pero a aquel cuyo poder es glorioso, a éste hay que temer. Porque todo aquel que tiene poder es temido, en tanto que el que no tiene poder es despreciado por todos. Pero teme las obras del diablo, porque son malas. Cuando tú temas al Señor, temerás las obras del diablo y no las harás, sino que te abstendrás de ellas. (Hermas - 150 d.C.)  

«Señor», le dije, «el hombre está ansioso de guardar los mandamientos de Dios, y no hay uno solo que no pida al Señor que le corrobore en sus mandamientos, y sea sometido a ellos; pero el diablo es duro y se enseñorea de ellos.» «No puede enseñorearse de los siervos de Dios», dijo él, «cuando ponen su esperanza en El de todo su corazón. El diablo puede luchar con ellos, pero no puede vencerlos. Así pues, si le resisten, será vencido, y huirá de ustedes avergonzado. (Hermas - 150 d.C.) 

Él les sanará de sus pecados anteriores y tendrán poder para dominar las obras del diablo. Pero no hagan ningún caso de las amenazas del diablo; porque sus tendones son impotentes, como los de un muerto. (Hermas - 150 d.C.) 

Pues parece irrazonable que aquel que venció el enemigo no libre a aquel que fue violentamente herido por el enemigo y el primero en quedar sometido al cautiverio, cuando son arrancados de éste sus hijos a quienes engendró siendo esclavo. Ni parecería vencido el enemigo, si aún pudiese conservar los antiguos despojos. Como si un enemigo atacara a un pueblo y a los vencidos llevara cautivos de modo que por largo tiempo los mantuviese esclavos, durante el cual período éstos engendrasen hijos. Si mucho después alguien se compadeciera de los esclavos y asaltara al enemigo, no actuaría con justicia si liberase a los hijos, de manos de aquellos que habían llevado a sus padres al cautiverio, en cambio dejase bajo la esclavitud del enemigo a aquellos por cuya liberación había luchado. Si los hijos vuelven a adquirir la libertad por motivo de la liberación de sus padres, no pueden quedar cautivos esos mismos padres que desde el principio han sufrido el cautiverio. (Ireneo - 180 d.C.)  

Sólo la serpiente es maldita. Toda la maldición recayó sobre la serpiente que los había seducido: «Y Dios dijo a la serpiente: Porque has hecho esto, serás maldita entre todos los animales domésticos y las fieras de la tierra» (Génesis 3:14). Esto mismo dirá el Señor en el Evangelio a quienes encuentre a su izquierda: «Apártense, malditos, al fuego eterno que mi Padre preparó para el diablo y sus ángeles» (Mateo 25:41). Con esto quiso dar a entender que el fuego eterno no fue en un principio preparado para el ser humano, sino para aquel que lo sedujo y lo arrastró al pecado; es decir, para el «príncipe de la apostasía» (o sea de «la separación») y para los ángeles que apostataron junto con él. Y justamente también recibirán este castigo quienes, de modo semejante a ellos, perseveren en las obras del mal, sin conversión y arrepentimiento. (Ireneo - 180 d.C.) 

En aquel primer momento el ángel apóstata, provocando por la serpiente la desobediencia de los hombres, pensó que el asunto quedaría oculto al Señor: por eso Dios le dio la forma y nombre que tiene. Mas ahora, en estos últimos tiempos, el mal se extiende entre los hombres, no sólo haciéndolos apóstatas; sino que, mediante muchas invenciones, los ha hecho blasfemar contra el Creador; quiero decir, por medio de todos los herejes de los que he hablado. (Ireneo - 180 d.C.) 

El había sembrado semilla buena en su campo (Mateo 13:24), y dice: «El campo es el mundo; pero mientras los hombres dormían, el enemigo vino y sembró encima cizaña entre el trigo, y se marchó» (Mateo 13:25-38). Desde entonces el enemigo es el ángel apóstata, desde el día en que tuvo celos de la creatura de Dios, y se empeñó en hacerla enemiga de Dios…. El afirmó que algunos de los ángeles pertenecen al diablo, y para ellos se preparó el fuego eterno (Mateo 25:41). También dice en la parábola de la cizaña: «La cizaña son los hijos del maligno» (Mateo 13:38). Por eso debemos decir que adscribió a todos los apóstatas a aquel que es el iniciador de la transgresión. No es que (el demonio) haya creado en cuanto a su naturaleza a los ángeles y a los seres humanos. En efecto, nada se halla (en la Escritura) que el diablo haya hecho, pues él mismo es una creatura de Dios, como lo son los demás ángeles. Dios fue quien hizo todas las cosas, como dice David: «Dijo, y todas las cosas fueron hechas; lo mandó, y fueron creadas» (Salmos 33[32]:9). Y como Dios creó todas las cosas, pero el diablo se convirtió en causa de la apostasía propia y de los otros, con justicia la Escritura a quienes perseveran en la apostasía siempre los llama hijos del diablo y ángeles del maligno. (Ireneo - 180 d.C.)  

De esta manera el Señor lo desenmascaró, diciendo quién era: «Apártate, Satanás, a tu Dios adorarás y a él solo servirás» (Mateo 4:10). De esta manera su nombre lo desnudó y lo mostró tal como es: Satanás, palabra que en hebreo significa apóstata… (Ireneo - 180 d.C.)  

Mas el diablo, siendo un ángel apóstata, puede hacer solamente lo que hizo desde el principio: seducir y arrastrar la mente del hombre a transgredir los preceptos de Dios, y cegar poco a poco los corazones de aquellos que se dedican a servirlo; de este modo les hace olvidar al verdadero Dios, y adorarlo a él como si fuese Dios… (Ireneo - 180 d.C.)  

Y no sólo por lo que hemos dicho, sino también por lo que sucederá bajo el poder del Anticristo, se prueba que el diablo, siendo apóstata y ladrón, quiere ser adorado como Dios; y se quiere proclamar rey, siendo un siervo. Porque él, recibiendo todo el poder del diablo, vendrá no como rey justo o legítimo sujeto a Dios, sino como impío, injusto y sin ley, como apóstata, inicuo y homicida, como un ladrón que recapitulará en sí la apostasía del diablo… (Ireneo - 180 d.C.)  

Bien escribió Justino que antes de la venida del Señor, Satanás nunca se había atrevido a blasfemar contra Dios, pues ignoraba sobre su condenación, ya que los profetas habían hablado de él en parábolas y alegorías. En cambio, una vez que vino el Señor, por las palabras de Cristo y de los Apóstoles supo claramente que, por haberse separado de Dios por su propia voluntad, ha sido preparado para él el fuego eterno (Mateo 25:41), así como para todos los que sin arrepentirse perseveran en la apostasía… (Ireneo - 180 d.C.) 

El ángel lo sedujo, celoso y envidioso del hombre por los numerosos dones con que Dios le había colmado. Y al persuadirle la desobediencia al mandato divino, provocó su propia ruina al mismo tiempo que hacía al hombre pecador. El ángel, convertido así en jefe y guía del pecado, fue castigado por haber ofendido a Dios, y consiguió al mismo tiempo que el hombre fuera expulsado del Jardín. Y porque con su intento se rebeló y apostató de Dios, fue llamado en hebreo Satán, es decir, apóstata, aunque también le dicen diablo. Dios maldijo además a la serpiente, que había sido disfraz del diablo; maldición que alcanzó al animal mismo y al ángel escondido en él, Satán… Mas el ángel rebelde, el mismo que impulsó al hombre a la desobediencia, que le había hecho pecador y causado su destierro del Jardín, no contento con el primero, obró un nuevo daño, esta vez sobre los dos hermanos; porque llenando a Caín de su propio espíritu le hizo fratricida… (Ireneo - 180 d.C.) 

Nada puede el diablo contra los siervos del Dios vivo, si no es por permisión de Dios, el cual, o quiere destruir al diablo por medio de la fe de los elegidos que sale victoriosa en la tentación, o quiere mostrar que son del diablo aquellos que se pasan a sus filas. Así, tienes el ejemplo de Job, a quien el diablo no hubiera podido atacar con tentación alguna si no hubiera recibido la permisión de Dios... Y de la misma manera el diablo hubo de pedir permiso para tentar a los apóstoles...pues el Señor dice a Pedro en el evangelio: «Miren que Satanás ha pedido para sacudirlos como el trigo: pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe» (Lucas 22:31); es decir, que no se permitirá al diablo llegar hasta tal extremo que su fe fuese puesta en peligro. Con esto queda patente que en las manos de Dios están ambas cosas: el poder de sacudir la fe y el de protegerla, pues ambas cosas se piden a Dios: el diablo pide poder sacudirla, y el Hijo pide poder protegerla... Cuando decimos al Padre: «No nos dejes caer en la tentación», profesamos que ésta viene de él, pues a él le pedimos que nos libre de ella... Ni siquiera sobre aquel rebaño de cerdos tuvo la legión del diablo poder alguno hasta que no lo consiguió de Dios: mucho menos tiene poder sobre los que son ovejas de Dios… (Tertuliano - 197 d.C.)

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